dilluns, 7 de febrer del 2011

Teófilo Braga y la construcción ibérica

Teófilo Braga, presidente que fue del gobierno provisional de la República de Portugal, escribía antes de proclamarse la República en su país, a propósito de una posible unión de España y Portugal:

"Si la República en la Península hispánica quiere tener un destino firme y progresivo tendrá que seguir las tendencias separatistas, que son inmortales, con la forma disciplinada de un pacto federativo, reconstituyendo la autonomía de estos pequeños Estados de la Edad Media. Cuando la República habrá dividido España en los Estados autónomos de Galicia Asturias, Vizcaya, Navarra, Cataluña, Aragón, Valencia, Murcia, Granada, Andalucía, Extremadura, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja y León, entonces solamente Portugal podrá constituir con ella una Federación, teniendo asegurada su independencia contra toda anexión ibérica entonces solamente podrá constituir, sin obstáculos, el Pacto Federal de los Estados libres peninsulares e ibéricos. Lo contrario es un absurdo, una violencia, que no se hará sin verter sangre, y cuyo resultado se vería destruido poco tiempo después, como lo fue en 1640."

Y dirigiéndose a los republicanos españoles, Teófilo Braga añadía:

"El régimen republicano mientras los dos países se gobiernen por sí mismos, no puede, sin viciar su esencia, atacar el principio de las autonomías nacionales. Gracias a la República, España será emancipada, de este unitarismo político que la ahoga; una nueva savia circulará entre las diferentes partes que componen este país; sus energías heróicas, sus capacidades artísticas y científicas encontrarán un nuevo aliciente. Lo mismo Portugal, atrofiado por sesenta años de un liberalismo bastardo, verá surgir en el régimen republicano sus nuevos hombres que tendrán conciencia de llenar una misión social. Los dos países confederados formarán una potencia europea, verdadero punto de apoyo de la Confederación Latina u occidental, la Federación Ibérica, teniendo como propósito una acción común, tendrá una gran influencia internacional bajo el triple punto de vista científico, económico y jurídico.

Es un hecho indiscutible que durante los últimos treinta años, el movimiento de secesión en Cataluña —el Portugal del Este— ha tomado gran incremento. Parecía que con la República, este separatismo latente quedaría desvanecido, ya que la República cabía esperar que fuera federal. Mas la no alteración de las bases del Estado ha dado, por el contrario, nuevos bríos al separatismo catalán. Sería ridículo pretender que este movimiento es artificial. No. Responde a una realidad histórica. El separatismo es la respuesta que abajo se da al Estado cesarista, al Estado unitario y gendarme. Las razones que hace tres siglos determinaron la separación de Portugal y la insurrección de Cataluña harán que mañana, si la política española no sufre una transformación radical, Cataluña se separe y después Vasconia, Galicia, las Baleares...
La nación responde a un proceso histórico necesario. Antes de que el mundo haga su unidad definitiva, antes de que desaparezcan completamente las fronteras —gran idea socialista—, la nación es un peldaño, una parte de ese grandioso movimiento de integración en el espacio y en el tiempo. Pero lo que no tiene razón de ser, lo que se hunde inevitablemente en un momento de crisis, es toda estructuración artificial opuesta al rumbo progresivo de la Historia. Se deshizo el Imperio austro-húngaro; quedó descuartizado por la guerra porque allí también, como en España, el Estado hacía imposible la libre coordinación nacional. A España que, en suma es lo que queda de un viejo imperio, le está reservado un fin semejante, siguiendo el proceso de desmoronamiento, si no se tritura el Estado para hacer sobre sus ruinas una estructuración enfocada hacia adelante y no hacia atrás, como ocurre ahora.
La aspiración de un español revolucionario no ha de ser que un día, quizá no lejano, siguiendo su impulso actual, la Península Ibérica quede convertida en un mosaico balcánico en rivalidades y luchas armadas fomentadas por el imperialismo extranjero, sino que, por el contrario, debe tender a buscar la libre y espontánea reincoproración de Portugal a la gran unidad ibérica”…

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